miércoles, 3 de enero de 2007

Cine de gente apasionada

27 de marzo de 2005

Por Morena Rivera en www.elsalvador.com

El camino del cine salvadoreño les sigue pareciendo solitario, surcado_de muchos obstáculos, sobre todo los económicos. Pero tres creadores _están decididos a cruzarlo con sus tres propuestas de largometraje.

Quienes están a cargo de los tres proyectos de cine más grandes que por ahora se vislumbran en El Salvador no tienen reparos en hablar del séptimo arte; tampoco los tienen para revelar que viven, respiran y sueñan cine. Esto último es lo que más hacen. David Calderón, el cineasta que llegó a consagrarse con el largometraje “Los peces fuera del agua”, se refiere al cine como una debilidad. Y siempre que se vuelve un realizador se siente como la palabra: realizado.El semblante serio de Noé Valladares se relaja cuando se le lanza la pregunta simple, pero para él inspiradora: ¿Por qué se siente tan atraído por hacer cine? Porque es una forma de expresarse, un escape para transmitir ideas, pasiones y sentimientos. A Rolando Medina López, emprender un proyecto cinematográfico lo hace sentirse optimista, creyente de que con esfuerzo filmar un largometraje puede lograrse tarde o temprano. Y ¿por qué apostarle al cine?, porque lo lleva muy adentro e incluso llega a llamarlo “invento endemoniado”. Sus proyectos no son recientes y han pasado ya algunos años desde que se pusieron en lista de espera. El libreto “De la misma sangre”, de David Calderón, busca financiamiento desde 1999 y aún no ha encontrado a alguien que decida invertir en su largometraje. “14 abriles locos”, de Noé Valladares, lleva cinco años de ires y venires, desde la elaboración del guión hasta su presentación en festivales internacionales, de esos donde se reúnen coproductores de varios países para conocer libretos y financiar los que les resulten más atractivos. El guión de “Ulises con y”, de Rolando Medina López, pasa ahora por una revisión y quizás vuelva a escribirse. Pero la coproducción que su director ha gestionado con México y Estados Unidos abre posibilidades para que sea filmada antes de que en el 2006 cumpla los cuatro años como proyecto.
El mismo panorama. Héctor Sermeño, historiador y crítico de cine, considera que las grandes limitantes para desarrollar el séptimo arte en El Salvador siguen siendo las mismas de décadas pasadas. Los creadores se siguen enfrentando a la falta de dinero y de personal técnico y actoral especializado. Aunque la gente apasionada, cree él, ha hecho que desde 1901 en un desierto cinematográfico tan árido se hayan realizado unos 1,200 trabajos, desde cortos de un minuto hasta largometrajes de dos horas. A su juicio, todo se hizo ya en este país, sin presupuestos y sin apoyo, sólo con las ganas y la capacidad de los luchadores. El momento más grandioso fueron los 12 años de guerra. De esa época se conocen unas 200 producciones, la mitad de ellas largometrajes. En años recientes las producciones nacionales no han parado. Cada año se hace una veintena de documentales gubernamentales y empresariales, subraya Sermeño.Se cuentan los cortos y los documentales producidos por la Universidad de El Salvador y por la Fundación para la Promoción del Cine Cultural Salvadoreño (Fundacine) y los de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”. El Museo de la Palabra y de la Imagen (MUPI) trabaja ya en la grabación de seis historias animadas basadas en la obra “Cuentos de cipotes”, de Salvador Salazar Arrué (Salarrué), y tiene entre sus proyectos a largo plazo una cinta basada en la obra del mismo escritor y un corto sobre la danza de los historiantes. “Contraluz producciones”, integrado por un grupo de periodistas graduados de la Universidad de El Salvador, edita en la actualidad el cortometraje “La honra”, una adaptación de uno de los “Cuentos de barro”, también de Salarrué. Estas propuestas son ejemplos de que hay gente con pasión. Pero ¿cuál es el panorama que se avecina en el campo cinematográfico? Sermeño piensa que siempre habrá luchadores tratando de producir. ¿Que de dónde van a sacar el dinero?, quizás lo pongan ellos, porque la vocación los llevará a creer en sus ideas. Por ahora, el Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (Concultura) no puede más que prometerles talleres para que intercambien experiencias con productores internacionales, y dar el aval institucional a sus proyectos para que busquen financiamiento con coproductores extranjeros y empresarios salvadoreños. Para Federico Hernández, presidente de Concultura, el cine es una herramienta de desarrollo económico y da sentido de pertenencia y autoestima a los pueblos. A sus manos han llegado propuestas maravillosas, pero el interés por invertir en esta rama aún sigue sin movilizar a los empresarios.


“De la misma sangre”
“El cine requiere trabajo, sudor, gritos y llanto”, dice David Calderón. También necesita de mucha paciencia y hasta de sueños, esos que lo llevan a imaginarse un día en la realización de su largometraje.
¿Qué tan difícil es hacer cine en países como El Salvador?
Es más difícil que en cualquier otra parte, sobre todo porque no hay recursos y de esa forma el cine está condenado a desaparecer.
¿Por qué cree que los empresarios nacionales no ponen sus ojos en el cine?
La producción cinematográfica necesita de distribución y mientras no esté resuelta, la recaudación es bastante dudosa, insegura.
“De la misma sangre” ha recorrido mucho camino sin encontrar financiamiento.
Es un proyecto ambicioso y costoso. El presupuesto anda por un millón de dólares; esto es nada para Hollywood, pero nosotros no tenemos un centavo.
¿Qué están haciendo entonces para encontrar el financiamiento?
Ahora estamos pensando en interesar a coproductores de países como Francia, España y Suecia para que nos resuelvan la distribución a nivel mundial.
¿Cuál es el argumento “De la misma sangre”?
Está basada en la obra del escritor salvadoreño Carlos Velis. Se da en el contexto de la guerra civil, y aborda la historia de dos grandes amigos, uno guerrillero y el otro soldado, que al pertenecer a bandos distintos llegan a separarse.
¿Hacia dónde cree usted que se encamina el cine nacional?
El panorama es bastante triste, el gobierno es indiferente, y el cine es un proyecto muy ambicioso. Como quiera que se mire deben haber inversionistas.

“14 abriles locos”
Si para Noé Valladares el cine es como un escape para expresar ideas y sentimientos, con su largometraje presentará la otra cara de las pandillas.
Este creador llama audacia a la posibilidad que ofrece su guión, de ir adentro, y mostrar que los pandilleros también son humanos, que pueden amar.
Cinco años de trabajo: investigando el tema, elaborando el guión (a cargo del cubano Humberto Jiménez) y enviándolo a festivales de coproducción en España y México para buscar financiamiento, no han bajado sus ánimos.
Habla del argumento con intensidad. Trata de un joven que lucha por salirse de la mara, y en medio de ese conflicto llega a enamorarse. “Al final queda de fondo una reflexión colectiva de las personas que viven en violencia”, dice Noé.
Por ahora han invertido el 27% de los 800 mil dólares que costaría el largometraje de 90 minutos. El resto aún sigue en la búsqueda, 30% a nivel internacional y el 25% es solicitado en El Salvador.
Pero esos porcentajes no han llegado aún. Hace unas semanas ni siquiera pudo obtener un par de boletos que solicitó a una aerolínea para asisitir a un encuentro de coproductores en Guadalajara, México, donde su libreto había sido elegido para participar.
Siin embargo, él no habla del mismo discurso de la falta de apoyo. “Y para qué quejarse de algo tan común”, considera. A los empresarios no les viene el dinero del cielo, cree, y si Concultura le da para su cinta se queda sin presupuesto.
Mejor prefiere seguir en la famosa búsqueda. También se imagina una película de gran público; que tenga pasión, aventura y comicidad. Quiere contratar personal técnico de Centroamérica y combinar actores salvadoreños con otros más fogueados, quizás de Cuba y de México.

“Ulises con y”
Rolando Medina López se siente un optimista irremediable con su proyecto de largometraje. “Una buena historia tarde o temprano encuentra el dinero”, refiere.
Detrás de un sí de las actrices mexicanas Patricia Llaca, Ana Serradilla, y del actor cubano Jorge Perugorría, quienes podrían actuar en su película, ha recibido muchos no y ha tocado puertas que nunca se le han abierto.
Eso no le quita el sueño, pues cree que la producción cinematográfica es difícil en cualquier parte, más aún con cines mergentes como el de El Salvador.
Su proyecto surgió en el 2002, como una idea más sin saber a dónde lo iba a llevar. La dejó descansar y después le siguió pareciendo interesante.
“Ulises con y” es la historia de un hombre que al salir de la cárcel redescubre un El Salvador diferente del que había dejado cuando fue condenado. Un contraste del país de guerra y el de posguerra.
El hombre también lucha por conseguir el perdón de su familia que lo cree culpable de haber asesinado a su propio padre. “Allí hay una mezcla de imaginación, recuerdos y hasta fragmentos de mi vida”, detalla Medina López.
Ahora su libreto pasa por una revisión y si todo va bien piensa filmar a partir de enero del próximo año. Dice haber conseguido apoyo para la posproducción con los estudios Churubusco de México y ya ha firmado un convenio con una distribuidora estadounidense.
Él cree que lo más duro de hacer cine en El Salvador no es la falta de recursos económicos, sino la incredulidad de la gente. Sueña con que un largometraje llegue un día a exhibirse con honores en la pantalla, y a lo mejor detrás de él comience a llegar esa cascada de apoyo.

El séptimo arte tiene pasado
La historia del cine no miente. Eduardo Suvillaga, encargado de audiovisuales y documentales de canal 10, detalla que el primer largometraje nacional, “Águilas civilizadas”, se filmó en 1929 y fue dirigido por los migrantes italianos Virgilio Crisonino y Alfredo Massi.
Documentales, mediometrajes y largometrajes se siguieron produciendo en los años posteriores. Entre éstos sobresale “Los terceros juegos olímpicos centroamericanos”, de 1935, considerado hoy como el primer documental más completo.
De 1945 a 1970 se produce cine con capital salvadoreño, se traen actores de México y Estados Unidos y se filma en locaciones nacionales largometrajes como “El pirata negro”, “Cinco vidas y un destino” y “Sólo de noche vienes”.
Durante esos años también aparece Alejandro Cotto, con su cortometraje “El rostro”, y David Calderón, con “Los peces fuera del agua”, al que Héctor Sermeño califica como el filme salvadoreño más universal de todos los tiempos.
A partir de 1973, con el nacimiento de la Televisión Educativa, el cine y el video tuvieron mucho auge en el país. Suvillaga recuerda que en ese tiempo se trabajaron siete películas en formato de 16 milímetros y un número incalculado de cortos y documentales.
Sin duda, el momento más glorioso para el cine salvadoreño, explica Héctor Sermeño, fue el periodo de guerra. Las producciones de esa época acumularon más de 40 premios internacionales.

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